
Introducción histórica
Para trazar un breve introducción histórica en torno a la formación del camino de Santiago es necesario que nos retrotraigamos hasta la génesis de los núcleos cristianos de Hispania y, en concreto, al Reino de Asturias y su proyección en el tiempo.
De esta forma debemos ser conscientes de cómo los territorios al norte de la Cordillera Cantábrica y de los Pirineos nunca fueron conquistados por los musulmanes y allí nos encontramos con diversos pueblos, como los galaicos, los cántabros, los astures o los vascones. En este escenario surgirían diversas formaciones políticas cristianas, siendo el primero de ellos el incipiente Reino Astur. Esta formación política surgiría con el mitificado Don Pelayo (718-737) y su, tan sobrevalorada por la historiografía tradicional, victoria en la batalla de Covadonga (722) ante los musulmanes. Pero, el primero en tomar el titulo regio seria Alfonso I (739-757) y desde entonces podemos hablar de un Reino Astur que tendría su primera capitalidad en Cangas de Onil y comienza su expansión en un movimiento radial hacia el sur, este y el oeste, a la zona gallega.
Posteriormente, en la segunda mitad del s. IX llegaría al trono Alfonso II el Casto (760-842), que gobernaría en dos periodos separados en el tiempo, el cual reforzaría el Reino Astur y trasladaría la capital a Oviedo. Así mismo se iniciarían toda una serie de repoblaciones en las llanuras al sur de la Cordillera Cantábrica y en otras zonas, puesto que las conquistas habían generado ciertos vacíos poblacionales. Seria precisamente bajo el reinado de Alfonso II cuando se hallarían en la zona de Galicia los míticos restos del apóstol Santiago.[1]
Si recurrimos a las fuentes comprobaremos como los clérigos occidentales comenzaban a expandir la creencia de la presencia de Santiago el Mayor en la península a la vez que el culto a Santiago en la Península Ibérica se constata en el s. VI en el sur, en la zona de Mérida y este culto llegaría a tierras gallegas por la emigración de población hacia el norte para las repoblaciones promovidas por el Reino Astur.
No entraremos aquí en la figura de Santiago como Santiago el Zebedeo, durante la etapa de su vida como discípulo junto a Jesucristo. Pero, si señalaremos dos cuestiones fundamentales de su vida, la Praedicatio y la Traslatio. La Praedicatio hace referencia a su estancia en España predicando y el testimonio más antiguo a ella la encontramos en el Breviarum Apostolorum de la liturgia bizantina, que data del s. VII, donde se narra como en el reparto de las predicaciones de la buena nueva a Santiago le toco la zona de Hispania[2]. Según esta fuente, y otras[3], Santiago debió estar en la península entre Pentecostés del año 33 y Pascua del año 42. En cualquier caso, la importancia de esta leyenda es que confiere a España una importancia muy notable como Iglesia Apostólica fundada por un apóstol.
Por otro lado, la Traslatio es una tradición independiente que hace referencia al traslado de los restos del apóstol Santiago a sus últimos territorio, al finis terrae, es decir, a Galicia, tras su muerte entre el año 41 y el 43 en Jerusalén mandado decapitar por el rey de Judea Herodes Agripa I. La fuente más antigua con la que contamos es el Martiriologo de Floro de Lyon, del s. IX. Aunque la fuente más destacada es la Historia Compotellana, que narra que en Jerusalén los judíos no permitían que se enterrara su cuerpo. Entonces, dos de sus discípulos, Atanasio y Teodoro recogerían los restos y los trasladarían a Hispania tal como era la voluntad de Santiago el Mayor.
La representación de la Traslatio se convertiría, sobre todo en el s. XII, en un arquetipo iconográfico que nos muestra el viaje de sus restos desde Jaffa a Galicia. Realmente esta leyenda de la traslación marítima seria ratificada en el s. X con dos Epístolas del Papa León I, que es recogida en el Códice Calixtino, del cual hablaremos más adelante. Podemos realizar una lectura iconográfica de esta imagen, en la cual tenemos a Atanasio y Teodoro protegiendo los restos del apóstol. Esta Traslatio nos habla además del marcado carácter marítimo que tenía el propio Santiago, ya que era pescador y muchos de sus milagros se produjeron en el mar. En la escena podemos contemplar un ángel y es que, según las versiones, la nave realizo su viaje en tan solo siete días impulsada por un ángel, como sucede en la versión de la segunda de las Epístolas mencionada, titulada la passio magna. Mientras que en otras versiones el tema iconográfico varia y es el viento quien empuja la barca dirigido por la voluntad de Dios[4].
Esta representación contiene en su iconografía la narración del descubrimiento del apóstol Santiago y nos sirve como excusa para explicar la leyenda. Este descubrimiento fue realizado por un ermitaño llamado Pelayo, marcándose como fecha mítica el año 813[5], cuando tras un sueño en el que unos ángeles le revelaban la presencia de la tumba contempló unas luces celestiales en el cielo que le conducirán al bosque del Libredón, donde descansaría la tumba del Apóstol y cuyo espacio será bautizado como Campus Stellae, palabra de la que derivaría etimológicamente Compostela. Pero, otros investigadores señalan que el nombre de Compostela deriva etimológicamente del topónimo Compostum ubi ossa componuntur, que era el nombre que recibía el antiguo cementerio romano en el bosque del Libredón, alrededor del que se levantaría posteriormente la ciudad medieval de Santiago de Compostela. El suceso fue comunicado por los fieles de San Félix de Lovio, que también habían visto las luces, al obispo de Iria flavia, llamado Teodomiro, el cual se apresuró al lugar, pero se tomó tres días de ayuno antes de acceder al bosque. Una vez en la espesura del bosque descubrió un pequeño edificio con tres tumbas; dos pequeñas donde descansaban los restos de Atanasio y Teodoro y una mayor donde descansaría Santiago el Mayor, descubriendo así los restos del apóstol. De esta forma Teodomiro transmitió la noticia a Alfonso II, el rey del Reino Astur que se encontraba en una situación difícil tratando de expandir su reino frente al mundo musulmán.
En cuanto a la fecha del descubrimiento, y siguiendo a Palenzuela, recurriremos a las fuentes, como el Martiriologo de Usuardo de Saint Germain des Pres, un documento del 865; o la Concordia entre el Obispo de Iria, Diego Pelaez, y el abad del monasterio de San Payo de Antealtares, Fagildo, del 1077. A través de estas fuentes podemos precisar que el hallazgo debió realizarse realmente entre el 818 y el 842[6]. Por otro lado, toda una serie de investigadores, como Monseñor Duchesne[7], señalan que Santiago nunca estuvo en España y que sus reliquias ni fueron trasladadas a Galicia ni descansa en Santiago de Compostela. Ya que se trata de una leyenda nacida en el contexto de cruzada y que responde a dos necesidades: En primer lugar obtener la unidad necesaria durante el proceso de la reconquista: y en segundo lugar la necesidad que se manifiesta en todas las monarquías de vincular la fundación de sus iglesias a uno de los apóstoles de Cristo.
En cualquier caso, Santiago de Compostela en la Edad Media se convertirá en un centro de peregrinación destacable de toda la cristiandad tras el hallazgo del sepulcro del Apóstol Santiago el Mayor.
A partir de este momento comienzan las peregrinaciones desarrollándose en el siglo XI y consolidándose en los siglos XII y XIII a través del conocido camino de Santiago hacia Compostela. Junto con la peregrinación a Jerusalén y Roma se convirtió en una de los caminos más transitados donde se fusionaban multitud de gentes de toda Europa, configurando una vía de intercambio cultural, de conocimiento, corrientes artísticas como el románico y el gótico, lazos religiosos y de diversas concepciones ideológicas y sociales. Y todo este flujo de gente creó la necesidad de una serie de servicios como puentes, iglesias, hospitales, refugios, hospedajes y albergues para descansar y comer constituyendo en la actualidad un patrimonio histórico y cultural de gran valor. Pero, antes de ser una ruta exclusivamente religiosa, el camino servia para interese políticos, ya que para los reinos cristianos, en especial el Reino Astur, el camino se convirtió en el medio de consolidar los territorios conquistados repoblar implantando su hegemonía civil y religiosa[8].
[1] Valdeón Baruque, J. (2003). La España Medieval. Madrid: Actas, 2003, pág. 27.
[2] La cita exacta es “Hic (Iacobus) Spaniae et occidentalia loca praedicat”, que se localiza en Breviarum Apostolorum. De ortu et obitu Patrum, cap. 71 y 81 (PL. 83, 151. 54). La noticia seria posteriormente difundida por Isidoro de Sevilla. [Online]. Disponible: http://issuu.com/catedralsantiago/docs/lallamadadesantiago?e=8191417/9154063#search. [2014, 2 Diciembre].
[3] Entre estas fuentes destacamos el calendario de la Biblioteca de Santa Catalina del monasterio del Monte Sinaí, s. VII; los Hechos de los Apóstoles; el Códice Calixtino; y el O Dei Verbum del Beato de Liébana.
[4] Vázquez Santos, R. (2001). La Traslatio de Santiago en la Iconografía Jacobea del s. XII. [Online]. Disponible: http://brepols.metapress.com/content/6pl85n3262853675/ [2014, 3 Diciembre].
[5] Tras nuestra investigación en la worl wide web hemos podido constatar que esta fecha del 813 solo se ofrece por la tradición que vincula a Carlomagno con el hallazgo. Ya que se narra que Carlomagno tuvo un sueño en el que se le revelaba que el sepulcro del apóstol Santiago se hallaba en la actual Galicia y, como no podía ser de otro modo, se fecha el descubrimiento en 813 para enlazar ambas tradiciones ya que Carlomagno murió en 814.
[6] Ya que en ese arco cronológico es más probable, puesto que en 818 llegaría Teodomiro al obispado y en 842 fallecería Alfonso II. Alvarez Palenzuela (2012). Historia de España en la Edad Media. Barcelona: Ariel, 2012.
[7] Véase: Duchesne, L. (1900). Saint Jacques de Galice, Annales du Midi, pp. 12-57.
[8] [Online]. Disponible: http://arquehistoria.com/historias-la-peregrinaci-n-santiago-en-la-edad-media-185 [2014, 3 Diciembre].



Detalle del retablo "La vida de Santiago",
Catedral de Santiago de Compostela.

Teodomiro conducido a la cripta de Santiago, Codice Calixtino, capitulo V.

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